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Mostrando entradas de noviembre, 2022

Pensamientos discontinuos sobre fútbol - Rafael Arce

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  Para Martín Kohan y para Fermín Rodríguez   Juego y deporte.   Se sabe: en un partido de tenis gana el que juega mejor. No el mejor necesariamente, pero sí el que lo hace en ese match. Un número 50 del mundo le puede ganar a un top ten si tiene una mejor tarde. Aunque no es superior en la previa, lo fue esa jornada y ganó. Esta regla es aplicable a casi todos los deportes (o eso me invento). Por este motivo el ajedrez es un deporte y no un juego. El juego se define por el predominio del azar. Puede ganar el que juegue mejor, pero si alguien tiene suerte no hay con qué darle. Uno puede jugar muy bien al truco pero si el que juega mal liga no hay caso. Supongo que los jugadores profesionales de póker lo discutirían. Pero justamente, son los que lo consideran un deporte. El fútbol es un deporte distinto porque, aunque en general gane el que juega mejor, un porcentaje de partidos terminan siendo decididos por la suerte. La peculiaridad del partido también es de rigor: muchas

Historias de los dos que soñaron – Pablo Siciliano

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  [Noticia: el siguiente ensayo apareció en el blog Los Sentimientitos en julio de 2009 firmado con el nombre de Gentil Gigante, uno de los tantos heterónimos con los cuales Siciliano solía publicar allí (me consta que el blog contaba a su vez con otros miembros a parte de él, aunque bien pueden haber sido otra invención suya). La exhumación de este texto hiperborgeano busca ser un discreto homenaje a un ensayista injustamente olvidado, a un sitio donde podían encontrarse inspirados ensayos sobre cultura pop y sobre todo a una época en su conjunto: la Golden Age of Blogs todavía espera a su Edward Gibbon].   Jorge Luis Borges escribió en 1945 un ensayo titulado Valery como símbolo. Aquel texto acercaba el nombre de Walth Withman ( la mañana en América ) al de Paul Valery ( el delicado crepúsculo europeo ). Aunque Borges advertía que tal tarea podía parecer arbitraria o inepta, intentaré prolongar su juego acercando el nombre de Bob Dylan al de David Bowie. Surgido de la infinita

Las fuerzas de Brummell - Emiliano Rodriguez Montiel

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  Arbitro de la elegancia, soberano de la moda, dueño absoluto de la noche londinense, Georges Beau Brummell fue, en palabras de Barbey d'Aurevilly, el dandismo mismo: sin título nobiliario, sin más fortuna que una modesta herencia de 30.000 libras, sin ser incluso del todo agraciado –“su belleza se echaba a perder por la nariz quebrada” llegó a comentar Virginia Woolf–, Brummell supo convertirse en la persona más influyente de la exclusiva Inglaterra de la Regencia. “Quiten al dandy, ¿qué queda de Brummell? –nos pregunta Barbey d'Aurevilly– No tenía aptitudes para ser nada más, pero tampoco nada menos que el dandi más grande de su tiempo y el de todos los tiempos”. Su trampolín o benefactor sería el Príncipe de Gales quien, a cambio de su asesoramiento en el arte de la moderación y el buen vestir, lo premiaría con un privilegiado asiento en las pantagruélicas cenas de la aristocracia londinense. Una sociedad que, fraguada menos por la amistad que por el beneficio mutuo, susc

Oviedo - Carlos Surghi

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      A Cecilia Pacella, que en un tiempo nos reunió alrededor de unas páginas que disimulaban los destellos de un juguete     Conocí a Antonio Oviedo en dos oportunidades, en dos situaciones, en la distancia y la celeridad de una y otra; aunque en verdad, debo decir que lo conocí en lo que hay de oculto y manifiesto en el comienzo de cualquier aventura, sobre todo cuando en esta se tiene por protagonista a la amistad y lo que hay de enigmático en ella: el saber leer lo que vendrá. No sé muy bien por qué, pero últimamente las escenas en las cuales algo comienza ‒las declaraciones de todo inicio‒ se vuelven insistentes en el recuerdo. En realidad, es como si el poder de lo anecdótico, que en esas escenas viene impulsado por la frecuencia futura de lo constante, se singulariza en lo indistinto de un recuerdo que pasa a ser cotidiano y, por lo tanto, reflexivo. Si arrancara por el final del comienzo, debería decir que esa primera vez de dos tuvo su origen en Buenos Aires. Una po

Refutación de La supersticiosa ética del lector - César Aira

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  [Noticia: En abril de 1995 Alberto Giordano publica el ensayo “La supersticiosa ética del lector. Notas para comenzar una polémica” en el N°5 de la revista La muela del juicio de La Plata (luego republicado con ligeras variaciones el mismo año en Redes de la letra ). Meses después, tras comentarle a César Aira la aparición del texto en una conversación telefónica, recibe de parte de este una carta personal con una “refutación” de su ensayo. La “refutación” forma parte del intercambio de ambos por lo que no estaba pensada originalmente para ser publicada, sin embargo, el tono objetivo y ensayístico del texto devuelve la misiva a la historia de la crítica literaria].   La supersticiosa ética del lector . Notas para comenzar una polémica 1 - Alberto Giordano   Pensar y tomar una cosa en serio, asumir su peso, para ellos es lo mismo, no tienen otra experiencia. Friedrich Nietzsche, La voluntad de poder   No deja de llamarnos la atención con qué frecuencia quienes se int