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Mostrando entradas de diciembre, 2023

La distancia de una voz (Viaje mental por escenarios de Ítalo Calvino) - Carlos Schilling

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  [El siguiente ensayo fue leído en el Genaro Pérez, el jueves 12 de octubre, con motivo de los 100 años del nacimiento de Ítalo Calvino, en un homenaje organizado por el Instituto Italiano de Cultura] La voz parecía venir desde muy lejos y llegaba hasta mis oídos debilitada, casi insonora, despojada de la fuerza que la había impulsado hasta mí, como si avanzara sobre puntos suspensivos más allá del final de una frase, ya transformada en simple inercia, en una especie de respiración agotada que era como un último suspiro y que se confundía con mi respiración.  Yo la escuchaba y no la escuchaba a la vez. Por momentos la voz estaba ahí, muy cerca, en una distancia íntima, y momentos después ya no estaba, se había ido, se había alejado vaya a saber hacia dónde y a causa de qué obstinada retracción.  Ese movimiento de flujo y reflujo obedecía a un ritmo tan irregular, tan aleatorio, que me resultaba imposible discernir si la voz venía desde afuera, desde un punto localizable en el mu

Iaies - Carlos Surghi

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  Para Alberto Giordano, por sus whatsapp con fondo de solo piano     ¿Cuánta atención requiere la música? ¿Cuánto de esa atención transcurre en el tiempo como para poder así dar un número, una cantidad, la duración exacta del que atiende que no siempre coincide con la duración exacta del que escucha? ¿Por qué lo que se escucha es distinto a lo que aprendemos en la duración cuando la atención es lo que oye? ¿Hay una atención de la música que acaso sea lo que hace silencio en ella? Me dispongo a atender a lo que escucho. Me preparo. Suspendo todo. Soy pura expectativa a un advenimiento inmaterial. Me siento a oír por qué con mi atención puesta ahí ‒en la música que suena por elección, pero también en el lugar adonde estoy y frente a todo lo que miro cuando me distraigo‒ todo lo que escucho es silencio. Aprieto play y el estudio parece escindirse del mundo, transformarse en una capsula de vacío, una dimensión paralela que se aleja y a la vez que no termina de irse en medio de las f

Cuaderno de greca quebrada - Silvio Mattoni

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  El frío retrocede esta mañana. Un paredón enfrente del pequeño café de barrio tiene grandes murales de dudoso eclecticismo: cabezas de colores, un indio estereotipado con plumas amarillas y azules, una mujer sin ojos de pelo lacio y recto, en medio de ambos, un jaguar publicitario, de mirada enrojecida. A la izquierda, al lado de un portón de chapa de un estacionamiento, otra cabeza a la que le brotan prismas, como torrecitas en lugar de pelos. Pero tengo que irme de lo que veo, allá, a otro tiempo. Esta mañana, cuanto toqué el cuerpo semidesnudo de mi esposa, me acordé del primer viaje que hicimos juntos, solos, a los veintipico. Fuimos a un pueblo a la orilla de la gran laguna salada que se llama Mar Chiquita. No se veían las otras costas, y las olas más salobres que un mar, y el agua como arcillosa, la llanura interminable alrededor, todo parecía resistirse al diminutivo. Disfrutábamos mucho la constancia del cuerpo ajeno, la juventud radiante, día tras día, dos veces al día,

Ejercicios de taller sobre los Cuadernos de Lengua y Literatura de Mario Ortiz - Antonio Marcos Pereira

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  I Pr opongo entrar en el problema desde una Dicotomía: hay autores que para mí es bastante leerlos y autores que me dan ganas de escribir sobre ellos. Irrelevante para todos, es fundamental para lo que hice, pues creo que así fue que me volví crítico, siguiendo el rastro de ese tranvía de mis ganas de escribir. Una subdivisión de esta división mayor es la que existe entre los autores que me dan ganas de escribir y sobre los que escribo y los demás. Me dedicaré a explorar un subsector de estos “demás”. Con ellos vivo el deseo de escribir, y nunca lo hago. El deseo nunca se vuelve un acto. Para quien observa desde afuera, es posible pensar que se trata de autores pertenecientes a la primera categoría de mi Dicotomía Inaugural: autores que no me dan ganas de escribir sobre ellos. Pero no es así. Para quien observa desde adentro –o sea, yo– es otra cosa. El deseo de escribir está presente, el deseo perdura, el deseo se nutre de otras cosas y se fortalece. En fin, el deseo hace