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Mostrando entradas de marzo, 2017

(sin título) - Juan Pablo Descalzo

  (…) en este juego los gordos son malos y los no gordos no. T.S      Si él hubiera sabido que la gorda transpiraba tanto porque además de ser gorda y estar en la bicicleta con tanto calor tenía problemas en el corazón, que los arrastraba desde hace años cuando había encontrado al marido ahorcado en el patiecito del fondo, después de lo que según las distintas versiones de quienes deambulaban por el gimnasio, la gorda le había dicho al marido que estaba podrida de verlo todo el día ahí sentado y que hasta ella gorda como era y reacia al ejercicio como era (o como dejaría de ser luego del  trágico desenlace) así y todo hasta a ella se le hacía difícil sentir algo por él, que ahí tirado se avejentaba mientras veía cómo pasaba el tiempo frente a su cara o como le había dicho la gorda, según lo que contaron, que el tiempo le pasaba frente a la cara y que él no hacía nada para recuperarlo , si después de eso que muchos coincidían en que había sido el último diálogo del marido de la g

Apuntes sobre diarios de escritor - Alberto Giordano

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      Mucho antes de que me interesasen como objetos de estudio e investigación, como temas para la composición de ensayos críticos, las escrituras de vidas reales (los géneros autobiográficos) me atrajeron como lector, intensamente. Me aficioné a la lectura de diarios, correspondencias, memorias y autobiografías, como otros a la novela policial o a la ciencia ficción, con entusiasmo siempre renovado. Tanto es así que hasta mis elecciones profesionales más significativas respondieron al influjo de estas pasiones lectoras. El interés por el ensayo, como tema y “método” de trabajo, estuvo ligado, desde un comienzo, a la idea de que, en el campo de las humanidades, el saber procede según su forma, pero también al costado autobiográfico del género: el ensayo como testimonio y rememoración de lo que ocurrió mientras leíamos, como tentativa de revivir, con los recursos de la teoría y la argumentación, los afectos implicados en los encuentros con la literatura. Que después de un tiempo de e

La fábrica del recuerdo - Francisco Vanrell

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   Un muñeco arde solitario en la noche sin luna del pueblo. Alrededor de él, una procesión inmóvil acompaña a los portadores. Las llamaradas de fuego se levantan contra el fondo oscuro del cielo. Atrás de todo, el pueblo silencioso espera el retorno de los caminantes. Yo tengo 5 u 8 años. Estoy parado en la puerta de la casa de mi nona, observando la escena con algo de fascinación y bastante de ignorancia. Pregunto quién es el que se desintegra en la hoguera y por qué lo destruyen. Me dicen que es el dios Momo y que se hace porque es cosa del carnaval prenderle fuego al muñeco. El recuerdo se detiene ahí, sin mayores detalles.       No recuerdo más porque era muy chico y el resto se borró con el tiempo , pienso. Pero ni mis padres, ni la nona, ni los primos, ni tampoco mi hermano saben de qué les hablo cuando quiero que me ayuden a completar la escena. Nadie parece haber vivido esa experiencia conmigo. Sin embargo, el recuerdo para mí es muy real y no puedo aceptar que para ello

Proyección de la debilidad - Leo Arsenio

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    No podés advertir la sencillez que hay detrás de todos mis disfraces? James Joyce, Carta a Nora Barnacle, 29 de agosto de 1904        Imaginen que se filtran conversaciones íntimas entre César Aira y alguna de sus  groupies . En algún momento de la charla, anodina y algo erótica, el escritor le confiesa: «che… vos sabés que ya la vi dos veces y no entiendo Inception». ​    Incómodo.  Seguramente, el lector ávido de Aira intentará justificarlo. Intuyo que este sujeto habrá leído la mayoría de su obra y no es un principiante. Habrá buscado con fervor todo artículo, video, respuesta y palabra del autor. Sabe que todo lo que produce Aira es consecuente tanto teórica como estéticamente, y al mismo tiempo, también es dispar. Así, la lectura continuada de Aira permite construirlo como un monstruo o un texto-sujeto o un hombre de la literatura, que es algo más que un «autor». ​    ¿Qué piensa, entonces, el lector enteradísimo de Aira, que registró  YouTube  hasta el har