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Mostrando entradas de febrero, 2024

La amargura y el método - Álvaro Arroyo

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  “Cuidado, no vaya a ser que termines convirtiéndote en un adorniano triste” le dijo alguna vez Damián Tabarovsky a Esteban Buch. [1] En ese consejo hay un gesto que, igual de malicioso y condescendiente, se repite casi cada vez que alguien hace referencia a Adorno en una conversación: con un único movimiento se intenta reducir el pensamiento adorniano a su aspecto pesimista (caricaturizando y mutilando una filosofía que se define precisamente por sus contradicciones inmanentes, por su ambivalencia intransigente) y, al mismo tiempo, conjurar ese pesimismo como si se tratara de una maldición. A quien lo hace no se le ocurre contraargumentar, agregar mediaciones, extender el alcance de la crítica, mostrar limitaciones y puntos ciegos, porque la impugnación de Adorno, como la de todo maldito, no es una acción de orden intelectual sino moral. Pero esta superstición tiene, por supuesto, su momento de verdad: la buena filosofía comporta un ethos . Ya nadie puede dejar al dragón pirrónico e

A la espera del fin - Pablo Farrés

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           Presentación de Pablo Farrés - Manuel Ignacio Moyano Palacio            La literatura de Pablo Farrés tiene mil entradas y ninguna salida. En esta antesala, parecida a la espera del turno con el oncólogo en un hospital de provincia, me gustaría destacar al menos una puerta giratoria del universo farresiano: la relación esquizofrénica entre la filosofía y la literatura. Son dos formas de lectura que se acercan con intensidad inigualable, pero en el punto de mayor contacto se alejan como perras parturientas. Diría que la literatura, cuando sucede, deja al mundo sin palabras. Su magia es haberlo hecho precisamente con palabras. Digo: inaugurar una zona muda y que en eso consista su violencia. La de la filosofía, por su parte, supone convertir a esa zona en una pregunta o axioma. Por ejemplo, hay algo en vez de nada o ¿hay algo en vez de nada? El gesto violento del que parten los que piensan el pensamiento. Cuando K. y el sacerdote interpretan la parábola “ Ante la Ley”