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Hay dos ciudades: la loca y la muerta - Maira Rivainera

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  Y vi que todo era un nudo indesbrozable de símbolos y que no había modo de descifrarlo todo. No hay manera. Son muchas cosas. Agustín Conde de Boeck   Cuando Agustín Conde de Boeck escribe es como si hubiera que encontrarse con las palabras cual si nunca antes. Cada frase compone una prosa de nudo de marinero que se conoce por el tacto de la huella dactilar, en una lectura a ciegas. Un braille añejo de parrafadas de sedimento que destila una entonación, una hilaridad, una risa contenida entre el grito y la histeria nerviosa. Si La danza de los juguetes rotos (2023) sucedía entre vahos neblinosos de cementerio abandonado, El estudiante de Gotinga (EEG) existe en una pálida noche de verano. Las flores de un amor muerto, el encanto de una muñeca de trapo, la fragilidad de los girones de cuerpo que se desprenden de los restos queridos sin sepulcro. Resultaría un lugar común llevar pronto el gótico a la risa macabra y la gestualidad del autómata al humor cómico, sería caer ...

Dos o tres pétalos empalidecidos - Juan Pablo Descalzo

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  [Noticia: el siguiente texto fue leído en la presentación pública de Los contratiempos del dandi. Alan Pauls y la fuerza del anacronismo de Emiliano Rodríguez Montiel el día 5 de octubre de 2025 en la Feria del Libro de Santa Fe]     No donar enfermedad al arte sin donar arte a la enfermedad y viceversa;   «artistizar» la enfermedad no sin enfermar al arte. Alan Pauls   A escasos metros de acá, hace apenas unos días, en la mismísima inauguración de la Feria, una secretaria de ALGO leyó unas palabras probablemente escritas por chat gpt para dar inicio al evento literario. Haciendo el clásico discurso vacío de “uh, somos todos lectores, el mundo es genial porque leemos”, dijo que en los tiempos que corren leer era un acto revolucionario (zzz) pero fue más allá y alcanzó a decir que incluso prender un velador era un acto revolucionario.   Si hay algo que no es revolucionario es justamente la instalación artificial de la lectura, la pose misma...

El puto amo de todo esto (VI) - Pablo Farrés

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  La visión se desvaneció. Mis sentidos parecían atrofiados, sobre todo el de la vista. Una luz blanquísima me envolvía por completo y ya no podía establecer ninguna coordenada. Podía ser que la visión del Señor de la Muerte me hubiera dejado completamente ciego, pero la luz se fue atenuando y mi mundo cobrando alguna forma. Era entonces la hora del regreso. Había vuelto, al fin había vuelto. Pronto identifiqué que estaba en mi covacha de siempre, sin poder distinguir, sin embargo, si se trataba de mi departamentito en Buenos Aires o el mini-mono-ambiente de Berlín. A unos pasos de distancia, se encontraba mi Travesti Peruano engalanado con una minifalda con bolados de color rosa y una blusa escotada que le hacía juego. Para mi sorpresa, tomado de la mano de mi Travesti Peruano, estaba el alemán que me había robado a Berenice. ¿Qué hacés con este?, inquirí a mi Travesti Peruano. Ay, ya lo hablamos, Alicio, te dije que íbamos a hacer un trío con Jurgen Fritz y que si no te gustaba m...

El puto amo de todo esto (V) - Pablo Farrés

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  [Novelita folletinesca - Quinta y anteúltima parte]     Desahuciado, volví sobre mis pasos. No tardé en encontrar la habitación donde se amontonaban las miles de dentaduras postizas de mi madre. Subí las escaleras, pretendiendo que el prostituto que se había hecho pasar por mi madre me devolviera lo mío. Mami Lamuerte ya no estaba en el cuarto, pero el cuarto no era el mismo. Había ahora un escritorio y una biblioteca, el monitor amarillento de una computadora viejísima, unos papeles garabateados con una letra ilegible. Del lado izquierdo, una cama y la pared repleta de posters, una banda de rock, un equipo de fútbol, una modelo semi-desnuda lamiendo un helado de cucurucho. No tardé ni medio segundo en identificar que aquella era la habitación donde había vivido toda mi infancia. Pronto me dispuse a toquetear todo lo que me vino al paso. Me detuve en viejas fotos en las que reconocí a mi padre y a mi hermano, otras donde aparecía mi madre abrazándome. Había algo d...