Dentista - Carlos Surghi

Aún tengo los mismos temores que tenía de niño, por ejemplo, al dentista. Aunque en realidad, más que un temor es una aprensión. Las últimas semanas he tenido varias visitas a la doctora López; y siempre unos minutos antes de ser llamado se me cierra la boca del estómago, desisto de continuar y me reprocho el tiempo perdido como buscando fuerzas y un estúpido motivo para simplemente huir. ¿Quién puede querer pasar toda una vida en la boca de los demás? Hace unos días, mientras esperaba para ser atendido, vi salir a una nínfula nabokoviana con su reciente ortodoncia a estrenar. A esto se debía la demora que me fastidió. Seguramente la doctora debe haber luchado con la resistencia lógica de una niña que no quiere ser torturada en sesiones programadas. Disfrazada de astronauta, le recomendaba extremar por demás la higiene dental y le detallaba toda una batería de cepillos junto a modos y posiciones de cepillado. Al final del tedioso...