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Mostrando entradas de agosto, 2024

Disco Wilcock. Amor a Roma - Diego Carballar

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  1. Unos días antes de la presentación de Disco Wilcock en la Feria del Libro, nos encontramos con Matías Raia y Manuel para acordar sobre qué forma darle a nuestra conversación acerca del libro. Cuando llegué al café en la que quedamos para encontrarnos, un poco más tarde de lo pactado, Matías y Manuel ya estaban hablando acerca de las delicias y temores de la paternidad: los tres somos felices “portadores” de las nuevas masculinidades y nos prodigamos en la atención de nuestros hijos e hijas, de las incertidumbres de esa tarea (el amor de padre), del reconocimiento irrestricto de la maternidad, de su sabiduría y sus alianzas, de la zozobra, la duda, la alegría cotidiana, esas cosas. Cuando comenzamos a pensar la charla, saqué el libro, una edición hermosa que se muestra como un artefacto mimético ya desde una primera aproximación, que reproduce o imita, con realismo tipográfico, la escritura wilcockiana desde el diseño. Lo hace remitiendo a la revista DISCO dirigida por Wilcoc

Gould - Carlos Surghi

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  A Guillermo Daghero, por la conversación que prescinde del encuentro   En junio de 1965 a casi un año de abandonar los escenarios ‒que, en menos de una década, desde su debut en 1955 con una grabación antológica de las Goldberg Variations de Bach, lo condujeran por el infierno de los aplausos al olimpo de los pianistas‒ Glenn Gould tomó un tren que lo llevó en un largo viaje desde la estación de Winnipeg a un pequeño pueblo llamado Churchill, en la bahía de Hudson. Había anunciado su retiro desde hacía tiempo, pero nadie le creía. Su ascenso fue meteórico, su despedida, finalmente, la corroboración de que para él “lo que resulta esencial es el contacto con la música, no interpretarla en público”. El interminable trayecto consistió entonces en atravesar bosques, praderas, formaciones rocosas, estepas, ríos y lagos congelados en un paulatino alejamiento de la civilización puritana en la que Gould había nacido y se había criado, a la vez que el constante traqueteo que lo dormía y