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El ensayista jubilado - Felipe Charbel

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[Traducción: Guillermina Torres Reca]   Comienzo por dos historias muy conocidas. La primera es la del político y “hombre de letras” francés que, cerca de cumplir los 40 años, se aisló en su castillo para “pasar descansando” el resto de sus días. Su plan era vivir “en completa ociosidad”, después de haberse dedicado, con más empeño del que le habría gustado, a las fatigas de los cargos públicos y del belletrismo renacentista (fue miembro del parlamento de Bordeaux, negoció con reyes y ministros, y ocupó sus horas libres ensañado con la traducción de un incomprensible tratado de teología natural, escrito por un filósofo catalán, solo porque eso le daba algún prestigio). Ya debe haber quedado claro que estoy hablando de Michel de Montaigne.  Para un humanista del siglo XVI, era muy difícil no dejarse seducir por las imágenes del “ocio honrado” que poblaban la literatura de la Antigüedad: los amenos jardines, las lecturas al aire libre, las caminatas tranquilas, las conve...

El puto amo de todo esto (III) - Pablo Farrés

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  [Novelita folletinesca - Tercera parte]   La presencia del dogo argentino en mi pequeño hogar y el hecho de que decenas de palomas cayeran muertas ante mis pies cada vez que salía a la calle, me hicieron pensar cuál era el límite de los rituales levrerianos. ¿Dónde comenzaba y dónde terminaba la “experiencia de la muerte”? “Realidad” y “experiencia de muerte” parecían fundirse en un mismo evento.   Mi Travesti Peruano, mi pequeño hogar, toda la ciudad de Berlín, me parecían siempre estar al borde de desintegrarse y revelarse como una alucinación.     Durante ese tiempo de incerteza y desolación, mis pensamientos estuvieron abocados a mi único y verdadero amo. Quería comportarme como él lo esperaba, mi devoción se volvió más férrea. Ante su imagen grabada en mi mente, me arrodillaba y le rogaba que me perdonara. Lo sospechaba en todos lados. Siempre me estaba viendo, sabía todo lo que hacía, incluso lo que pasaba por mi mente. La persistencia del perr...

Operación - Carlos Surghi

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  Cuatro días de raid literario con MM que incluyeron oropeles de doctorado, estudiantina universitaria, preguntas y respuestas, interpelación en la oscuridad de la coyuntura y una suerte chamánica que, en el ir y venir de su silla “eléctrica”, ofició como corolario a una danza de la lluvia que lo inundó todo en la última noche de su estadía, puede resultar demasiado para cualquiera, pero no para ella que ahora es solo una "mitad". Ordeno estas imágenes en el ritmo del recuerdo que vuelve ahora en el café de la plaza céntrica, mientras Alessio y Mariana ingresan a la caverna platónica del teatro infantil y yo, que acompaño todo con el negroni de las seis de la tarde, hojeo su autobiografía del alcohol hecha de pasarela, puerta vaivén y ronda.   Como la admiración y el cariño son excesivos, toda celebración no puede escapar a algo del orden de la incomodidad. Si lo pienso, es porque en todo homenaje siempre hay que escapar del homenaje, pues este está hecho de la incomod...