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Argerich - Carlos Surghi

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  La música antes de ser música permanece dormida. Descansa en su desidia y se arrulla en el disimulo de su potencia. ¿Sueña su propio pasado? ¿Profetiza lo porvenir en la pasividad de un olvido al que se entrega para disimular lo que es? Imposible de saber. Nadie se atreve a molestarla o llamarla, ella solo irrumpe, se abalanza para sacudir a aquel de quien se apodera y, por supuesto, determina que, a partir de su llegada, ya nada sea lo que es. Por eso poco sabemos de lo que llamamos la profundidad onírica de la música; en todo caso, solo sabemos que eso ‒la lejanía de su lugar de residencia, la molicie de su quietud que se rompe en su asalto‒ es un misterio. Hay entonces una metafísica de la música a la que le sigue necesariamente su fenomenología. Es algo parecido a una búsqueda arqueológica de la genialidad que asoma en los restos de cualquier imagen una vez que ésta se ha roto sabiendo que por detrás uno podía encontrar una vida, ya que, cuando la música transforma a la vida ...

El odio y la explosión del arte - Ignacio Bisignano

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  El desdén virtuoso Suelen destacarse las consecuencias terribles del desprecio, la indiferencia y el odio, pero pocas veces se rescata todas las creaciones fascinantes que el desprecio nos ha dado. La competencia y el desdén han sido la semilla de incontables obras maestras. El odio, el sometimiento y la guerra fueron el perverso motor de la civilización, el cual nos otorga bellezas y comodidades impresionantes. El Renacimiento no se explica sin la competencia fraticida entre las ciudades de los Signori . Tanto la explosión artística como la revolución tecnológica   italiana no fueron un producto de la cooperación ni de la apertura hacia el otro, sino más bien lo contrario. La Italia del quattrocento era una constante demostración de superioridad frente al otro, la belleza pictórica, la renovación de la arquitectura y la grandilocuencia de la escultura son modos de explicitar un grado elevado de poder de cara a un vecino despreciado. Sin soberbia, menosprecio y mezquind...

Fundamentos del cine literario. 1: El cine y el dinero - Francisco Bitar

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Antes que nada, y por encima de todo, a los cineastas se les enseña a procrastinar. Todo en su tarea es objeto de una postergación: la idea lleva a una sinopsis argumental, la sinopsis argumental al guion, el guion, con suerte, al rodaje, el rodaje al montaje, y el montaje, por fin, a la película. Tantos son los segmentos interiores (cada uno, además, gobernado por su propio comité) que se diría que nadie quiere hacerla, aunque a la larga quizá alguien pague su entrada por ella, y por eso se hace. Como ningún entusiasmo resiste esta prueba de fondo, se convoca a los técnicos, que colaboran, menos con su experticia que con un quantum de fuerza deseosa. A estos técnicos hay que pagarles. De modo que, entre una fase y la otra, se le hace necesario al realizador pasar la gorra; de hecho, cada uno de estos momentos de la eventual película ha sido cortado del todo para ajustarse mejor a la colecta: lo importante, al menos por ahora, es conseguir la plata; hacer la película quedará para otr...

En el corazón de la fábula - Rafael Arce

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  No he leído lo que se ha escrito sobre En El pensamiento de César Aira, así que es posible que repita algo ya dicho. Escribo esto sin el libro en mi biblioteca y, en gran parte, para escapar a la tristeza y a la angustia. Para escapar, justamente, al Pensamiento. Pero esto, ¿a quién le interesa? En esta revista, dice Bruno Grossi, nos hemos puesto autobiográficos y autorreferenciales, y al final Präuse habla de ella misma y de la vida de sus ensayistas. No quiero agregar más circunstancias patéticas, pero no puedo evitar mencionar que es domingo (deprimente en el centro de la ciudad donde vivo), el día está gris, es tarde y estoy bebiendo. También, que me arrepiento un poco de la impugnación de la amistad que he sugerido, o creído sugerir, en textos anteriores en este mismo espacio. Mi idea es que En El pensamiento es la novela saeriana de Aira. Para disimular, o distraer, este homenaje, consciente o inconsciente, Aira le agrega un último capítulo “airiano”. Cuando...

Cinefilia - Carlos Surghi

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  Para Speedy, Virgilio personal en el infierno de las imágenes       Un amigo de la ciudad y otro que está en ella de visita me invitan a la Sexta semana mundial de la cinefilia. En la propuesta de uno leo un intento por hacer de mí un espectador formado, en la del otro, cierta provocación. Con este último sostengo la pugna iconoclasta de mi modernismo anacrónico, con el primero, la apertura hacia formas de sociabilidad en las que tengo más para aprender que para dar cátedra. Lo cierto es que el tiempo del cine me exaspera, su demanda de pasividad, su reminiscencia platónica, su postración de la atención me juegan siempre en contra. Hay un nihilismo oculto en él, me diría al oído mi Nietzsche portátil y personal, mientras que un poeta amigo, mucho más extremista, me recordaría que “ni siquiera es arte”. Pero la conversación, esa fábula inventada por los ingleses en el siglo XVIII, esa inflexión por demás vital y real viene desde hace tiempo ganando mi entusias...