Las musas de Bergman - Rafael Arce

Cuando veo a Bibi Anderson de criada en El rostro o de enfermera en Persona , me pregunto por qué Bergman no la eligió para el papel de Anna en Gritos y susurros . Es un interrogante sólo afectivo, no tiene nada de análisis cinematográfico ni pretende opinar sobre el casting. Por muy poco las cuatro Musas casi confluyen en una sola película (una de mis favoritas, encima). Curiosa noción la de “actor fetiche”. Algo de saga tiene la obra de Bergman, no narrativa (más allá de que también hay saga narrativa en un par de películas), donde no reaparecen los personajes, sino los actores. Esa insistencia puede ser puramente operatoria e incluso pretender prescindir del problema actoral: ya sabemos con qué contamos, quién se aguanta al viejo cascarrabias, y listo. Y sin embargo no: la Musa atraviesa las obras, arma una saga de motivos y de afectos, de pathos y de obsesiones. Inútil aclarar que la Musa no es ni la diva ni el personaje. La Musa es una corporalidad, una fuerza que arranca ...